Mentira de la buena

¿O creíais que había encontrado una tienda multimarca de lujo con todas las firmas a disposición?
Nada de nada. Rodeada en el mercado ambulante de las falsificaciones una ha de hartarse de paciencia para ser educada denegando las ofertas -a empujones llegado el caso-, al tiempo que curiosea para comprobar que las falsificaciones procedentes de algunos mercados han dejado de ser piezas que se asemejaban en las intenciones a la originales para ser casi, casi como las auténticas.....

¿Pero que digo? Reflexiono y cambio de opinión.

Claro, de no ser porque se inventan modelos inexistentes (me encanta ese de lona que lleva el triangulito de Prada pero va estampado con estrellas. Que mal se debía encontrar ese día Miuccia para dar el ok a un bolso así), acabados que dejan mucho que desear (Como esas baguette Fendi que dejan la sobaquera del color que destiñe el bolso), materiales derivados del poliuretano que pretenden dar aspecto de piel (Mejor que no te caiga ceniza del cigarro porque se deben desintegrar), piezas metálicas en distintas tonalidades (y que se recalientan al sol como si de un hierro para marcar se tratase), logos que en vez de ser una doble G son un híbrido entre D, O y Q (Cuanta imaginación), remaches de plástico (Esto que lo sacan ¿De las piezas del Tente que ya no saben que hacer con ellas?) , y si me pongo tiquismiquis, hasta olor a cabra del granero donde los tenían almacenados.

El mundo de la falsificación está a la orden del día.

Mucho se habla de si los derechos de autor de los cantantes, que si el pirateo en la industria del cine e incluso en el mundo editorial, pero en cambio si alguien descubre un puesto en el que venden camisetas del caballito idénticas a la originales, hasta se vanagloria del hallazgo comprando prendas suficientes para enterrarse en ellas.

¿Porque? ¿Nadie se para a pensar en el daño que provocan en la industria de la moda?

Yo que vivo de ella, si.

Buena iba ser si trabajase en uno de esos aeropuertos (especialmente franceses) donde si te trincan con una falsificación te hacen pagar como multa el precio del original multiplicado por cinco. Se te deben acabar las ganas de seguir con la colección de Chaneles del todo 100, o mejor, de querer ser una chica Birkin.

A ver, voy a hacer cálculos, más/menos 5000€ que cuesta uno multiplicado por cinco....¡Vaya! A eso lo llamo yo una mala inversión.

La ambición de portar un bolso "logotomizado" además de la ignorancia y el atrevimiento, es el coctel molotov perfecto para que algunos poseedores de estas piezas hayan decidido no solo dar empujones en el metro porque deben creer que les da un estatus superior, sino acudir a eventos de las firmas que "homenajean" con una de las falsificaciones bajo el brazo.

Nunca mejor dicho, especialmente si se trata del Amazona de Loewe, el cual hasta esta temporada era imposible subir para llegar a colgar del hombro. Su asa lo impedía, porque es para llevar agarrado con las manos, así que los falsificadores decidieron darle un plus de comodidad agrandándola, y a su vez, convirtiéndolo en un signo inequívoco de su sospechosa procedencia.

Lo cual no ha frenado a alguna de sus poseedoras a entrar en las tiendas Loewe a preguntar por la posibilidad de comprar un candado extra por haberseles extraviado el "original".

No son las únicos dependientes que tienen anécdotas de este tipo para contar.

Como en muchas otras tiendas, tras las Navidades suelen haber muchos cambios de regalos no acertados, y no, ni una, ni dos, la gente de tiendas con productos de firma han alucinado con la situación.

Como en Gucci, que pretendieron cambiar de talla unas zapatillas, que no solo ya se las habían regalado sin caja ni bolsa al chico sino que además no existía ningún modelo ni parecido, a excepción del logo que se daba un aire con el estampado de las dobles G.

O el servicio de cuidado y reparación que poseen por ejemplo en LV, al que ni corta ni perezosa la propietaria de un supuesto Never Full, se disponía a hacer uso porque una de las asas se le había descosido.

¡Vaya! y que cara se le debió quedar cuando le dijeron que aquel producto no estaba en garantía porque no era de la casa.

Pero para caras, la mía. Cuando decidida a inmortalizar la cantidad de falsificaciones por las que vivo rodeada a diario (Que alucinante resulta aterrizar en Madrid procedente de Marrakech y ver toda la cinta transportadora de equipajes repleta de Luises Vuitones, Touss, Burberris y Guchis. Ni que fuésemos pasajeros del Concorde), para dedicar un street style sobre bolsos falsificados, casi acabo con un ojo morado.

¿Que le iba a decir a la señora cuando la paré para hacerle una foto? Pues que lo único que me interesaba era su bolso por ser una mezcla entre Dior y Chanel. Una de esas rarezas que no se ven todos los días.