The Fitting Room

Que los desfiles que más me gustan, o presiento que así va a ser, son los que nunca voy a ver en directo por algún motivo deber ser.

En ocasiones, porque precisamente ese día no lo tengo disponible. Otros, porque con los cambios de último minuto a los que vivo enganchada nunca se sabe. Y algunos, porque me conozco la colección como el mismo diseñador.

Es el caso de Ángel Schlesser, con quien tengo el placer de trabajar como maniquí de pruebas desde hace unas cuantas temporadas, así que vivo la colección como si fuese mía, aunque mi participación sea de lo más superficial.

Hay quien este trabajo le parece lo más insulso del universo y lo rechaza.

Las entiendo. En mis años de juventud a mi también me costaba estar horas y horas de pié, callada, mientras trabajan sobre tu cuerpo bien con los primeros prototipos o las toiles.

Alfileres, tijeras, cinta métrica que va y viene, mientras, tu impertérrita, guardas el equilibrio y te abstraes con lo que te apetezca.

En ocasiones, he estado desde cantando mentalmente las canciones que en ese momento sonaba, a contar las bombillas, perchas, mirar por la ventana y registrar todo lo que acontecía afuera, incluso desear inventar algún tipo de cacharro en plan para ver un peli que colgase desde el techo.

Bueno, también quise que existiese algún remedio para que los pies no duelan después de calzar un taconazo a lo largo de 6 o más horas.

Al final, descalzarse es lo mejor que puedes hacer. Aunque he de reconocer que bajar de la alturas hace que el fitting no sea lo mismo. Es si, el equipo lo agradece por aquello de recuperar una altura más asequible para trabajar sobre todo sobre las partes altas de las piezas.

Pese a todo ello, es un trabajo que me divierte y enriquece. Me encanta escuchar todo lo que se habla sobre la colección, el lenguaje técnico que se emplea, como se lucha con proveedores y fabricantes para que todo esté el día esperado o como se cambia y modifica una misma prenda infinidad de ocasiones hasta que todo queda perfecto.

Las semanas previas a un desfile es una contrarreloj para alcanzar la meta con la colección finalizada sin agotar los nervios y perder las horas de sueño de todas esas semana.

Si algo define el trabajo de Ángel es la perfección.

De eso me di cuenta uno de mis primeros días cuando miraba una fila de chaquetas colgadas y pensaba "si queda así la manga mientras pende de una percha ¿Como deben sentar puestas?.

Desde entonces me he convertido en una maniática de la posición y arrugas que hacen o como está diseñada la sisa. Vamos, que mi única cura reside en hacerme una colección de chaquetas de Ángel.

Por cierto, os reto a que reconozcáis que prendas son las que luzco en estas imágenes y como fueron las definitivas para el desfile.

No os hacéis a la idea del cambio que sufrieron.

La colección va tomando forma de cara a los últimos días.

Se les da el ok rematándolas haciendo irreversible nuevas modificaciones, entre otras cosas porque las prendas llevan un orden de confección y una vez se han aplicado algunos remates y cortado los excesos no hay vuelta atrás.

Ya casi finalizadas, listas para hacer un último fitting antes del definitivo para el desfile cuando se ajusten las prendas al cuerpo de la modelo que lo lucirá en pasarela.

Llega el momento de dar un orden y estilismo que aporte continuidad y ver el desfile sea una secuencia que va declinando en gamas, materiales hasta eclosionar en la familia de las prendas que componen la denominada fiesta con las que se termina.

Y de ahí, listas para dar el pistoletazo de salida a unas prendas que comienzan su tour sobre una pasarela pero a las que les aguarda una intensa temporada de prensa.

En seis meses, más.