lunes, 6 de julio de 2015

Jaulas Doradas

Por Pablo Paniagua


El Museo del Traje nos trae hasta el próximo 20 de septiembre "Jaulas Doradas", una muestra donde podemos ver prendas de indumentaria femeninas en las que los armazones interiores, tanto de cintura como de busto, daban forma a la silueta en una de las épocas más singulares de la historia del vestir.



Para saber más y ver algunas de las joyas de la muestra, tan fácil como seguir leyendo


La figura "enjaulada" predominó en la imagen estética de las mujeres en la segunda mitad del siglo XIX, en un contexto donde empezaban a producirse grandes cambios sociales y económicos marcados por el desarrollo industrial y la mecanización del trabajo. Por ejemplo, este maravilloso vestido de tafetán de seda y decoración de plumetis, cuya fecha de creación ronda entre el 1866-1869. Es una de las primeras piezas que podéis encontrar al entrar en la exposición y a mí, tanto el tejido como los volúmenes, combinaciones de texturas y resultado final me recordó a la colección de alta costura PV96 de Givenchy, de la mano de John Galliano. Y no sería el único, ya que el enamoramiento del diseñador gibraltareño por finales del XIX y principios del XX siempre ha estado patente en sus colecciones. 


Que el burgundi ha sido el color de moda del pasado otoño invierno está claro, pero ya había tenido su protagonismo en a principios de la década de los 90 en el SXIX. Muestra de ello este total look en este color de un vestido realizado en damasco, satén y terciopelo de seda que perteneció a S.M. la Reina María Cristina de Habsburgo.


O este otro vestido de la misma época realizado en satén de seda con decoración de mostacillas. cuyos bordados podían haber formado parte de alguno de los míticos corpiños que acompañaban a las faldas XXL de microvolantes de tul de seda de los primeros desfiles de Galliano para la casa Dior


Hay que tener en cuenta que en esa época la alta costura estaba en su esplendor, ya que la fabricación en serie y el prêt-a-porter no llegarían hasta muchos años después. Al ser trabajos personalizados y al alcance de las clases acomodadas, permitían el enriquecimiento de las prendas a gusto de las consumidoras, tal y como podemos ver en este vestido de 1900 realizado en satén con decoración en tul mecánico y aplicación de abalorios. Seguramente que se tratara de un vestido para una ocasión especial como una puesta de largo, una boda.....


Hay muchos vestidos a destacar, pero toparte con una creación del padre del sistema de la moda es algo especial. Este traje de baile de la Casa Worth, de 1900, está realizado en terciopelo labrado sobre fondo de satén. Y es que el Museo guarda en sus fondos auténticas joyas de la historia de la moda....


Pero no todo iban a ser bailes y fiestas en esa época. Este traje de de 1905 realizado en paño fino de lana batanado, me pareció de lo más ideal por su sencillez, el tejido, color elegido y los detalles de costuras y herrajes. Me lo imagino como la perfecta indumentaria para realizar el viaje de verano de Madrid a la playa del Sardinero en Santander.


A medida que vamos avanzando en la exposición podemos comprobar como el total look va desapareciendo con los años. Como muestra de ello esta blusa transparente de 1915 realizada en gasa de seda con bordado interior a punto de cadeneta y remate de plumas de marabú. Una prenda que seguro llevó varios días de trabajo para su elaboración, pero es una de esas maravillas que tienes que ver de cerca para observar los detalles al milímetro.


Los abrigos y chaquetones bordados tienen un lugar especial en la exposición. Como muestra dos ejemplos. Dos modelos de Dolman Jean Doucet, realizados entre 1880 y 1888. El de la izquierda es una chaqueta de terciopelo liso de seda con decoración de pasamanería y encaje en color borgoña. El de la derecha, referencia elegida por el museo como la pieza del mes de mayo, es un chaquetón irregular de terciopelo labrado de seda decorado con hilos de chinela y bordados florales.


Muchas piezas interesantes para descubrir, no solo de vestir, accesorios también. Porque en ésta época se cuidaba todo muy mucho y tal como diría varias décadas después Hubert de Givenchy "una mujer no está totalmente vestida hasta que no está accesorizada". Estas pantallas de cara, fechadas entre 1851-1860, son una auténtica maravilla visual, porque los bordados y detalles están cuidados hasta el extremo. Y es que en la época estar morenos era propio de la clase trabajadora, pero las señoras de bien lucían pieles inmaculadas y para ello tenían que ayudarse de objetos como estos.


Un accesorio estrella de la época, que sigue en vigor, el abanico, que ya por aquel entonces seguro que eran símbolo de distinción y posicionamiento social. Como este abánico de baraja, realizado en plumas de avestruz bicolor taupe-blanco.


O estos dos otros ejemplares realizados en plumas, de oca y de pavo real, que fueron pintados con motivos florales. Ambos de la segunda mitad del siglo XIX. Me fascina la suavidad con la que ha sido trabajado el primero, que ya de por sí transmite ligereza.


Y además del abanico, otro elemento que estaban obligadas a llevar las señoras de bien según protocolo vigente a finales del XIX, eran las sombrillas. Bien para guarecerse del sol y mantener las pieles blancas, sino también para comunicarse con pretendientes y otras damas, ya que al igual que el abanico la sombrilla también tenía su lenguaje secreto.


Aquí dos referencias maravillosas. La primera bordada con motivos florales y rematada con plumas, al igual que la segunda pero esta es una tela pintada que ilustra escenas de campo de la época.


Y esto es una pequeña muestra de lo que se puede ver en la exposición "Jaulas Doradas" hasta el próximo 20 de septiembre en el Museo del Traje. Espero que si tienes oportunidad no te la pierdas y lo disfrutes tanto como yo.

2 comentarios:

Pretty Little Lawyer dijo...

QUé bonito todo, es muy interesante.
Gracias por compartirlo.
Un besito :)

Maite dijo...

Oh que maravillas! Me enfundaría en uno de esos vestidos sin pensarlo!