La Ruta de la Seda

¿Habéis leído "Seda" de Alessandro Baricco?

Este fue el primer libro que leí del autor. Me lo regaló un amigo fotógrafo y de ahí a devorar toda su bibliografía. Dicen (los críticos) es un libro muy para cuando no se sabe qué regalar. Fácil de leer y corto.

La historia que relata es la de Hervé Joncourt a la búsqueda de unos capullos de seda para fabricar un tejido, el más perfecto, con una trama de aventura y amor de por medio que transcurre en Japón.

Al llegar a esta fábrica de productos manufacturados en seda del norte de Tailandia lo primero que me vino a la cabeza fue el libro.

Allí tuve la oportunidad de descubrir el paso a paso de como se fabrica este producto, algo que nunca había llegado a entender muy bien.

El paso a paso incluye presentaros a estos gusanos. Una variedad de la familia bombycidae los cuales crecen comiendo morera (mulberry, en inglés) sin parar. Es el bicho que más come en proporción a su tamaño y vida en este estado de todo el reino animal.

Llegados a la fase madura la larva comienza a utilizar el almidón de las hojas que ha ingerido transformado en dextrina una vez metabolizado, con el que crea el hilo de seda el cual va expulsando por la boca.

Es muy curioso verlo en directo.

Con este hilo se va envolviendo girando sobre si mismo hasta crear una envoltura con forma de huevo durante unos 20 días.

Estos capullos de color amarillo son de clara procedencia tailandesa. Los blancos se trata de la variedad china.

Ya me siento una entendida con esta leve capacidad para diferenciar capullos de seda.

:D

Antes de que se cumpla el momento en el que la crisálida, ya convertida en mariposa, mediante un ácido rompa los hilos para salir al exterior se detiene el proceso echándolos a hervir.

Muy cruel. Aunque aquí se aprovecha todo y una vez deshecho el capullo el gusano, si se desea, se puede comer.

Con el agua no excesivamente caliente y mediante una especie de espumadera se van dando vueltas hasta que comienza a desprenderse la fina hebra la cual pasa por una rueca en constante giro creando un primer hilo.

En la foto se ve muy bien.

El hilo se va guardando en madejas como estas.

Se pasa por el proceso de teñido.

Los colores rojizos, amarillentos y verdoso son de procedencia natural.

La materia vegetal troceada se hierve para sacar sus pigmentos, se cuela y en este líquido se tiñe el hilo, al cual luego se le aplica un fijador.

Aun así, y por experiencia, decir que los tintes naturales suelen seguir destiñiendo lavado tras lavado, con lo cual lo mejor es siempre lavar en agua fría y separado del resto de la colada.

Para que el hilo consiga el grosor adecuado y además quede enrollado en pequeñas bovinas se pasa por diferentes tipos de ruecas.

Este proceso ya me era más familiar ya que mi abuela en su niñez hacía algo similar con la lana de las ovejas.

Finalmente con las bovinas de hilo y mediante un telar se crea el tejido en un sistema de trama y urdimbre que le da el aspecto que conocemos.

Aunque mejor no pensar en ese tejido de seda liviano y suave, la seda tailandesa es más bien un tanto tosca, eso sí, la combinación de colores y motivos la hace excepcional. 

Para finalmente confeccionar prendas únicas.

..mmmm... He comentado ovejas....

No estaría mal acercarse un día a ver como esa cobertura lanuda pasa a ser un jersey.