Es curioso darse cuenta de las
infinitas posibilidades creativas que tiene el ser humano y de los recursos
naturales que se pueden seguir utilizando una y otra vez para ello.
Y resulta sorprendente la mezcla de
ambas cosas, naturaleza y creatividad, dando como resultado objetos tales como
los que quiero compartir contigo y que vas a ver a continuación.
Después de haber sido presentada en
ciudades como Taipei o Nueva York, hasta el pasado 19 de agosto se pudo
disfrutar en el Musée des Arts Décoratifs de París de “Un peu de terre sur la peau” (un poco de tierra sobre la piel), exposición en la que se mezcla la
moda con una de las técnicas más antiguas de la manufactura humana, la
cerámica.
El museo, en colaboración con la Fundación de Empresa Bernardaud, se ha
interesado por la particular utilización que hacen de la cerámica algunos
artistas joyeros actuales.
18 creadores seleccionados de
múltiples orígenes y nacionalidades (Francia, Suiza, Alemania, Finlandia,
Suecia, Holanda o Taiwán), que proponen unas 140 piezas de obras recientes y
que contraponen los códigos ancestrales de la joyería para proyectarlos en
nuevas perspectivas mucho más contemporáneas.
A diferencia de la joya clásica (en
cuya concepción se aplican técnicas de orfebrería y se utilizan generalmente
materiales preciosos), desde los años 1970 ha surgido un nuevo tipo de joyería,
híbrido entre el arte y el diseño. Así, no solamente el coste de producción y
el estatus social que implica una joya quedan totalmente desestabilizados, sino
que estas nuevas piezas se conciben dentro del contexto artístico, como algo en
relación directa con el cuerpo.
Desde siempre las joyas han ocupado un
papel de indicador social y de pertenencia a un grupo o clase jerárquico, pero
no siempre se han realizado con metales y piedras preciosos, sino que
dependiendo de la época y los símbolos de cada cultura se han aprovechado
materiales muy diversos (cuero, madera, hueso…). La cerámica como abalorio
decorativo se utilizaba ya en el Egipto o la Grecia antiguos, usando la tierra
cocida para dorarla imitando al auténtico oro. Pero su uso fue abandonado hasta
mucho después, cuando en 1773, Joshiah Wedgwood inventa en Inglaterra una pasta
de grès muy fina compuesta de diferentes estratos coloreados que imitaban casi
perfectamente el jaspe utilizado en joyas neoclásicas y en camafeos románticos.
Posteriormente, es el creador holandés Peter Hoogeboom quien a partir de 1994
reinstaura la utilización de esta materia natural en joyería, motivado en parte
gracias a la iniciativa del European Keramiek Work Centre, de Bolduque en
Holanda.
A pesar de que en la mentalidad
colectiva la sigamos identificando con la vajilla o el material médico de
ortodoncia, uno de los materiales más utilizados en joyería actualmente es la
porcelana. Fuerte y frágil a la vez, maleable tanto como se desee, y capaz de
adoptar acabados perfectamente lisos y puros, se puede combinar asociándola con
metales, madera o piedras para conseguir infinitas formas y diseños surgidos de
las exigencias creativas (y poéticas) de los diseñadores, como se aprecia en
esta exposición.
Sorprendentes piezas como una
(auténtica) vajilla presentada como si fuese un collar, o collares hechos de
reciclado de vajillas. O piezas desmesuradas que hubiesen vuelto loco al
Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas, o bien broches y pulseras
mezclando metales con arcilla en diversas tallas (del XXL al XXS).
Mención particularmente especial para
las creaciones de Tiina Rajakaillo y Carole Deltenre. Vistas rápidamente, son
piezas de joyería como cualquier otra, pero al detalle resultan un poco
turbadoras. La primera por realizar collares compuestos de cabello humano
trenzado y piezas de cerámica añadidas, y la segunda por unos clásicos broches
camafeos en relieve para las solapas que no son otra cosa que molduras de
vulvas. Sí, eso mismo, genitales femeninos. Supongo que aquí es donde la moda
cede el paso al arte, porque ya me diréis sino.
De los diseñadores participantes,
puedes saber un poquito más a continuación.
Yasar Aydin (Suecia)
Nacido en 1975 y diplomado de la Ädel
lab de Konstfack, sus formas orgánicas se inspiran en la anatomía, el mundo
mineral y los fósiles. Sus piezas, generalmente blancas y lisas resultan
opulentas pero sofisticadas.
Carole Deltenre (Francia)
Francesa de veintinueve años, y
diplomada de l’École Supérieure des Arts Décoratifs de Estrasburgo. Hace alarde
de feminismo al presentar sexos en sus piezas ornadas de un encaje dorado,
dando a entender con esta colección que el cuerpo nos pertenece y que debemos
estar orgullosos de él.
Willemijn de Greef (Holanda)
Surgida de la Gerrit Rietveld Academie
de Amsterdan, esta creativa nacida en 1973 se inspira en las tradiciones y
costumbres ancestrales y folklóricas de los pescadores y marinos holandeses,
utilizando cuerdas e incluso representaciones en arcilla de los ladrillos de
las casas de estos últimos.
Andi Gut (Suiza)
Nacido en 1971, vive en la ciudad de
Pforzheim donde se diplomó en la Fachhoschschule. Respira, seguramente
necesites una pausa después de haber leído tal nombre.
Utiliza en sus creaciones el material
clínico de cirujanos y dentistas, con lo que parece obvia la evolución conjunta
en ambos campos. En joyería se deja de lado el oro y los metales, y en
ortodoncia ya no se implantan dientes postizos así. Ahora ambos prefieren la
porcelana.
Gésine Hackenberg (Alemania)
Esta alemana de cuarenta años vive en
Ámsterdam desde que se licenció en la Gerrit Rietveld Academie, y nos presenta
su colección Kitchen Garniture, en la que la relación entre los objetos de la vajilla y el cuerpo
humano es evidente. Collares, broches y anillos surgidos del reciclaje de
dichos objetos antiguos, y que probablemente hagan difícil la tarea de los arqueólogos
del futuro.
Rian de Jong (Holanda)
Otra artista surgida de la misma
escuela-cantera, esta mujer de sesenta años es una pirata en el alma. Vive en
un barco velero con el que surca los mares del mundo, obteniendo así fuentes de
inspiración variopintas creando piezas exóticas con mezcla de metales como el
cobre o el oro, cerámica y madera y formas sinuosas.
Peter Hoogeboom (Holanda)
Diplomado también en la Gerrit
Rietveld Academie de Ámsterdam, este prolífico diseñador cause de la vuelta con
fuerza de la cerámica a la joyería presenta modelos de sus colecciones tales
como Handle With Care o Unmoulded, en las que las pequeñas piezas de porcelana simétricas recuerdan a
los adornos étnicos africanos o a las perlas y abalorios de la época flamenca
holandesa en el siglo XVII.
Manon Van Kouswijk (Holanda)
Apasionada por las perlas, utiliza
perlas auténticas en sus collares o gargantillas con un packaging particular
(encerradas en piezas de jabón, con lo que solamente puedes recuperarlas al
lavarte las manos), y las sustituye con perlas de cerámica esféricas o
irregulares para darle un toque más personal, al haberlas moldeado con sus
propios dedos.
Natalie Luder (Suiza)
Licenciada en la Haute École d’Art et
de Design de Ginebra, aunque su trabajo no tiene una relación real directa con
la joyería, esta diseñadora utiliza los códigos de este medio para sus
creaciones y los juegos de vajilla se disponen como collares, con las “perlas”
(platos) dispuestos según los tamaños crecientes y siendo presentados en
“joyeros” gigantescos.
Evert Nijland (Holanda)
Nacido en 1971, rinde homenaje al
ornamento que en arquitectura se relegó al olvido, utilizando motivos de
flores, frutas, hojas, frisos o rosetas e incluso guirlandas en reducido tamaño
para decorar la arquitectura del cuerpo.
Ted Noten (Holanda).
Otro creador surgido de la inevitable
Gerrit Rietveld Academie de Ámsterdam, y que es considerado como el
rebelde de la cantera holandesa. Por ello presenta piezas que no son para ser
llevadas (por el excesivo tamaño de las mismas), pero que lanzan el mensaje de
la descontextualización de la joyería actual, que ha pasado a ser banalizada y
que ha perdido en gran parte la simbología original.
Marie Pendariès (Francia).
Surgida de la Escuela Superior de
Artes Decorativas de Estrasburgo, esta francesa residente en Valencia ha
querido simbolizar en su instalación La Dot (la dote) los regalos y tradiciones familiares a la hora de celebrar
una boda, y la fusión entre los adornos de una novia y la vajilla heredada de
la abuela. Interesante.
Katia Prins (Holanda).
Nacida en los 70, nos presenta una
colección de broches tocando la ciencia-ficción y de aspecto médico, sobre los
que se inscriben fórmulas y diagnósticos imaginarios.
Tiina Rajakallio (Finlandia).
Licenciada en la Ädellab Département
Métal de Konstfack, en Estocolmo (Suecia), esta creativa nos acerca a un mundo
con un punto desagradable, puesto que sus piezas se realizan con materiales tan
alternativos como el cabello humano, la arcilla o residuos pegajosos o con
moho, queriendo contraponer el sentido estético de las joyas a la reacción
física de las náuseas.
Terhi Tolvanen (Finlandia).
Las joyas de esta mujer plantean
nuestra relación con la naturaleza, creando plantas artificiales en forma de
cactus o plantas carnívoras, compuestas por ensamblajes de madera, piedras y
claro está, cerámica.
Luzia Vogt (Suiza).
Diplomada en la Fachholchschule fûr
Gestaltung de Pforzheim (amén), esta joyera viaja por la nostalgia creativa
reciclando todo aquello que le parece interesante y que encuentra en los
mercadillos y rastros que visita, desfragmentando los objetos para unirlos
luego con piezas de plata y formar joyas muy personales.
Shu-lin Wu (Taiwán).
Aunque vive en Taipei, fue licenciada
en la Escuela Superior de Artes Decorativas de Estrasburgo (Francia), después
de haber vivido y aprendido técnicas en otros países como Finlandia o Japón.
Así habiendo asimilado las influencias múltiples de la joyería escandinava, la
estética japonesa y la técnica francesa, concibe piezas cuya delicadeza es un
resumen perfecto de todo lo aprendido.
Christoph Zellweger (Suiza).
Salido del Royal Collage of Art de
Londres, aunque resida en Zürich, desde 1987 este artista crea piezas que están
a caballo entre la joyería, la escultura y la instalación artística, por el
tamaño de las mismas.