Por Jose Luis Maseda
Si visitas París, una de las exposiciones que no deberías perderte es la que dedica hasta el 14 de abril la salaA-Galerie al conocido fotógrafo Mark Seliger en el très chic 16° barrio parisino.
Nacido en Texas en 1959, Seliger pasó por la Performing and Visual Arts School de Houston antes de instalarse en Nueva York a mediados de los años ochenta y convertirse en el célebre artista de la imagen que es en la actualidad.
Al cargo de la fotografía de la revista Rolling Stone desde 1992 y hasta 2002, firmó más de cien de sus portadas, aunque al trabajar para el grupo editorial Condé Nast también repartió talento entre las de otras publicaciones como GQ o Vanity Fair, y el mundo de la moda.
Después de haber fotografiado a numerosas celebridades internacionales (Mick Jagger, Keith Richards, Kurt Cobain, Susan Sarandon, etc.), y también haber creado portadas de discos, dirigido vídeos y ser el autor de varios libros monográficos compilando fotografías entre los que destacan Physiognomy y Voices from the Holocaust; Mark Seliger funda en el año 2006 y bajo el nombre de “401 Projects” un espacio no comercial de exposiciones situado precisamente en el número 401 de la West Street en Nueva York, lugar en el que se presentan regularmente colecciones en colaboración con diversos artistas.
Orientando su estilo creativo en dirección opuesta, ha querido presentar en París la colección “Listen”, fruto de las reflexiones y meditación personales del artista debido a su momentáneo distanciamiento del “star system” y los medios de comunicación.
Con su obsesión por la fotografía en blanco y negro, este verdadero fetichista del cuerpo ajeno lo observa desde todos los ángulos y lo plasma en sus obras de distintas maneras: retorcido, tatuado, con piercings, en tensión...
Pero su serie de imágenes interpela al espectador por las múltiples temáticas y variaciones, al presentar siluetas de cuerpos desnudos anónimos o de celebridades como el bailarín Mikhail Baryshnikov o las modelos Kate Moss e Iman Bowie, y también naturalezas muertas, retratos, paisajes o detalles urbanos.
No pretendas encontrar una relación entre las obras o un hilo conductor en la exposición, ya que se trata de un engranaje de las fantasías del autor, entre realidad y ficción, donde los paisajes surgen del caos, las naturalezas muertas lo están de verdad y los retratos están mutilados en el encuadre general de la imagen con una intención evidente de perturbar la visión del espectador.
Inquietante pero no menos fascinante.