Bonastre es una
exquisita marca de marroquinería de alta gama que está, afortunadamente,
siguiendo una trayectoria profesional como si de una inteligente trama ninja se
tratase: atacando desde la sombra.
Si quieres descubrir un
poco más, solo tienes que seguir leyendo.
Lejos de un marketing
extremo, las piezas que crea el diseñador Fernando Bonastre para su firma
homónima, han alcanzado ese nivel de objeto de deseo gracias a pequeñas
acciones, a la calidad de su trabajo y al boca a boca de sus clientes.
Español nacido en Santander
y establecido en París desde hace años, Bonastre se prepara en su país de
origen con estudios de moda y un máster de marketing enfocado al lujo que hacen
que termine llegando a la capital francesa desde la que te escribo, y donde
consigue mejorar su preparación profesional trabajando con Christian Lacroix
primero y Claude Montana después.
Con el tiempo, y ante la perspectiva
de convertirse en el director artístico de una firma de moda femenina
neoyorkina, se le ocurre la idea de crear su propia marca, dedicada en
exclusiva a la marroquinería para hombre al principio, y también para mujer
desde hace no mucho tiempo.
Unas cuantas ferias
internacionales (Asia en general y Japón en particular son adeptos a sus
colecciones) y unos cuantos puntos de venta parisinos selectos más tarde (le
Bon Marché, Galeries Lafayette ou l’Éclaireur, por ejemplo), Fernando decide
instalarse con su propia tienda de estilo elegante y depurado en el Haut Marais, zona del céntrico y
elitista barrio parisino del Marais, pero alejada del turismo en masa y más cercana
a las galerías de arte y a los vecinos trendy.
Acertada decisión que le ha
llevado por un lado a disparar sus ventas (tanto a particulares como a
compradores profesionales tales como Peter Hermann en Nueva York, o Luisa Via
Roma online por ejemplo), como por otro lado a que su tienda figure entre la
exclusiva lista de suntuosas visitas que incluyó el grupo LVMH en su guía de la
ciudad, escrita por el arquitecto Frank Gehry, y que este mismo grupo le esté
haciendo ojitos para que forme parte de sus divinos tesoros.
A pesar de todos estos
pasos de gigante para una empresa que es relativamente joven, Fernando sigue
manteniendo inalterable su personalidad de alguien discreto y sencillo, de
contagioso buen humor y con una admirable filosofía relativa al respeto hacia
el medio ambiente.
Principios que se reflejan
en su manera de trabajar puesto que además de la pureza de las líneas, la
naturalidad de la gama de colores y la prácticamente total ausencia de logos,
los materiales utilizados (piel y algodones) son trabajados de una manera
artesanal en Ubrique (España) y tratados sin productos químicos contaminantes, a
través de un proceso a base de productos naturales (entre ellos el aceite de
oliva) lo que bautiza esa piel con un paradójico adjetivo de “cuero vegetal”.
El apellido que a su vez le
sirve de marca se podría traducir de una manera poética y muy significativa en
francés como “buen astro” o “buena estrella”. Sobra decir que cuando las cosas
están bien hechas, se realizan con pasión y tus pasiones se cumplen, las cosas
buenas se acumulan a tu puerta. Así, da gusto.
2 comentarios:
Que maravilla y con sello español pirata, no podía ser mejor!!
Bss
Sin logos como me gusta a mi, la cartera en gris y cuero es fantástica!
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