Poder marcar, etiquetar, delimitar que enseres de nuestra vida nos pertenecen y dejarlo patente a los ojos de los demás, aunque ahora se esté retomando la costumbre, es algo que viene de largo.
Desde siempre se ha tenido ese afán por hacer más intrínseca la relación entre un objeto y la persona que lo posee, todavía más en el sector del lujo, cuando no solo se han escogido los materiales y patrones, de por ejemplo camisas, pañuelos, botones o bolsos, sino también las siglas del afortunado poseedor listas para bordar, pintar, serigrafiar o grabar, aunque en ocasiones se haya debido más a una necesidad que a un simple estatus, como a principios del S.XX, en la iniciada era de los viajes entre los más privilegiados, cuando era casi obligatorio grabar los baúles de viaje para saber a quien pertenecían.
Por ese motivo, la mayoría de la piezas que Louis Vuitton atesora en su departamento de patrimonio lucen de manera clara letras y bandas en colores vinculados a nombres, apellidos o blasones.
Un gusto que la firma retoma dando la oportunidad de personalizar el modelo que más nos entusiasme para hacer el pedido adaptado al estilo de su futuro dueño.
Yo que pensaba no era mucho de estas costumbres también le he encontrado el punto al tema.
Lo primero que me llevó a pensar en ello fue justamente mientras cenaba un sandwich al comprobar que la vajilla de mi casa está grabada con mis iniciales.
No por idea o decisión propia, sino más bien la de mis padres cuando la encargaron hace más de 30 años a un artesano de la cerámica para que la decorase y personalizase a mano.
Eso, unido al regalo por Navidades de Gucci, el perfume Première inspirado en los años dorados de Hollywood, y con el tapón grabado con mi nombre hizo que comenzase una recopilación sobre material etiquetado.
A ver si va a resultar que desde la época de los campamentos con la ropa bien rotulada para saber qué era de quién no he abandonado el hábito.
De las piezas más especiales que he encontrado personalizadas, sin duda estos dos pares de zapatos.
Los primeros creados de manera específica y a medida para mi pie por la firma Lottusse quien además tuvo el detalle de grabar a mano en la suela mi nombre (¡¡con i latina!! Fallo, fallo) y fecha de nacimiento con la técnica del golpe seco de un hierro letra por letra.
Lo siguientes son los Loafer que la marca Tommy Hilfiger comercializó el invierno pasado en una edición especial por los materiales que combinaban los cuales estuvieron a la venta en exclusiva en el espacio Le Marché aux Puces, donde además podías darle un detalle único a través del trabajo de Lucie Monin, una experta en incrustaciones de oro y plata quien ha colaborado por ejemplo con Balenciaga, y de quien hablaremos en un futuro post visitando su taller de París. Lo exquisito de su trabajo lo merece.
Esta idea me gustó tanto que no pude resistirme a llevarme los míos y un par para regalo.
El soporte más común para llevar a cabo grabados es sobre todo la joyería, todo lo relacionado con colgantes, pulseras o anillos. Sin duda son ese tipo de piezas, las que conllevan un mayor valor sentimental más que imponer una seña de pertenencia, las más propensas a guardar símbolos, nombres o fechas.... o lo más novedoso, poner tu twitter como hizo @AnaUrena (Ana Ureña), la periodista de ABC.
Un sin fin de posibilidades que por ejemplo ofrece Mónica Vinader a la hora de personalizar sus piezas en manos de un artesano del grabado, una de esas profesiones extrañas en vías de extinción ganadas a través de una dilata experiencia y sobre todo buen pulso.
Para ello fijan la pieza en cuestión sobre una lacra templada, realizan un boceto a gusto del cliente sobre papel donde trazan lo que deseemos imprimir, lo trasladan clonándolo con dibujo a lápiz sobre el metal, se marca con una punta de trazar un primer camino y con un buril, de distintos calibre y acabados, se remata la faena.
Aunque también se pueden buscar personalizaciones a través del metal troquelado, como es el caso de la firma Dime que me Quieres, quien se ha inspirado en el famoso colgante que lucía el personaje Carrie Bradshaw de "Sexo en Nueva York" para ofrecernos la posibilidad de crear el nuestro en plata, baño en oro u oro de 18kl.
Es muy fácil hacerse con uno, lo encargas a través de su web y en 10 lo recibes.
A mi ahora me ha dado por darle a la aguja y al hilo para dejar imprenta, puede que no sea tan chic, y haciéndolo yo el acabado se aleje de ser profesional (quería hacer una letra que tuve que camuflar bajo una estrella para solventar el desaguisado), pero sigue siendo eficaz y hace que cualquier prenda tenga su distintivo.
Si no tienes personalizados tus enseres, es porque no quieres.
4 comentarios:
Qué nos pierde una edición limitada y personalizada, ¿verdad?
Un fallo lo de Lotusse, a ver si te leen y te envían unos con el nombre correcto. ;)
¡Un besazo!
Hace unos años era de lo más cursi, que puedo decir de las toallas del temido ajuar..., y ahora es de los más! Hay que ver lo que son las modas! jeje
Audrey: Eso, eso!! jejejje
La verdad es que personalizar las cosas lo cambia todo.
Da igual si es una nota, un grabado, o un trazo...lo hace más humano, más tuyo.
Maite: jajajaj yo también tengo toallas y sábanas!!
Pues sí, ahora matamos por una camisa con las iniciales grabadas.
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS
Mayte
De verdad es un gran blog el que has conformado, todo un gusto visitarte.
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