sábado, 25 de julio de 2015

Alexander McQueen, Savage Beauty.

Por José Luis Maseda


Vamos a salir hoy de París y nos escapamos a la vecina Londres, donde el prestigioso museo Victoria & Albert Museum ha acogido la exposición Savage Beauty, retrospectiva sobre el maravilloso trabajo del diseñador Alexander McQueen.

Desde esta puerta al mundo de la moda a la que te invitamos a diario, he querido en esta ocasión dejar al margen lo que sucede en el contexto moda parisino para cruzar el Canal de la Mancha y visitar en Londres la hiperactiva capital británica, una exposición con la que he soñado desde que hace unos años tuviese lugar en el museo Metropolitan de New York (que dicho sea de paso me pillaba un poco más lejos). Pero como los sueños no se cumplen solos, aquí me tienes, compartiendo contigo uno cumplido, porque de lo que sí estoy seguro es que al leer (y ver) lo que encontrarás a continuación, vamos a hacerte soñar. ¿Te vienes?



Ante la imposibilidad de adquirir entradas para la exposición por adelantado (todo vendido desde hace meses, a pesar de que la visita se puede hacer casi 24h al día vista la tremenda demanda), decidí que lo más coherente sería plantarme pronto en la puerta del propio museo para intentar comprar mi entrada allí mismo. Si te digo que estuve allí una hora y media antes de que abriesen las puertas, puedes calcular a qué hora me levanté esa madrugada (pistas: París, metro, tren, Londres, metro, museo). Allí me planté y en tu fiesta me colé. Ja, eso te crees tú.

Después de añadirme a la ya tremenda cola, y una vez el museo abierto esperar una hora más, conseguí el precioso objeto de deseo, mi ticket para poder acceder a la exposición a una hora concreta durante la mañana (precisión británica). Curiosidades de la espera fue el hecho de poder saludar a gente que también hacía la fila con toda paciencia y normalidad, y me refiero a que estuve charlando con el diseñador de calzado francés del que muchas veces te he hablado, Christian Louboutin.

Una vez dentro, y a pesar de la edad que uno tiene, sentirse casi con aquella misma excitación de las mañanas en el día de Reyes y que aflore una sonrisa entre nerviosa y satisfecha al mismo tiempo.

Que sí, que por fin.

Voy a intentar explicarte con palabras lo visto, pero si eres como yo una persona a la que le apasiona la moda (por vocación, profesión y placer), y encima tan fan del trabajo de Alexander McQueen, no hay palabras suficientes en ningún idioma de los que hablo para transmitirte la experiencia.

Savage Beauty (belleza salvaje) es el título de este homenaje, solamente superable por otro como “tremenda bofetada visual” (dicho así por seguir manteniendo cierta elegancia), porque salvaje es el golpe estético que te llevas encima. Yo aviso.

Y es que no solamente el ambiente recreado está fantásticamente conseguido con una sutil iluminación y una banda sonora deliciosa, sino que además los decorados en los que se aprecian los modelos son de lo más apropiado a cada uno de los temas, intentando recrear los que en su día se realizaron para los correspondientes desfiles. Soy una persona de detalles, y me suelo fijar mucho en ellos. Pues al responsable de escenografía no se le escapó ni uno. Afortunadamente.

Recorrido de diez salas en las que observar (admirar, desear) modelos originales surgidos desde su primera colección de graduación en 1992 hasta la última inacabada en 2010, y organizados por temas concretos, como son los siguientes:

London


La primera de las salas que es la que inicia el recorrido muestra en una gigantesca pantalla de vídeo de fondo los primeros shows del desaparecido diseñador Alexander McQueen, originario de Londres, y algunos de los modelos surgidos de esos desfiles. Desde su primerísima colección que le sirvió para graduarse de la Central Saint Martins, bautizada como “Jack el Destripador acosa a sus víctimas” y en la que utiliza cabello humano para coser en el forro de sus chaquetas hasta prendas de su colección “Los pájaros” (verano 1995) o el famoso pantalón bumster bajo-bajísimo de tiro que fue lo que lanzó su reputación a nivel internacional con la escandalosa colección “Highland Rape” (invierno 1995-96). Un pantalón muy descarado que presentaba el pubis como centro de atención de quién lo llevase. Golpe fuerte en cuanto a prenda y a historia de la moda, porque desde el smoking o la sahariana de Yves Saint-Laurent, nadie había aportado una prenda nueva a la moda. Ahí queda eso.

Savage Mind


En esta sala, segunda de la visita, se concentra la esencia primera del diseñador, quien empezó aprendiendo rigurosamente la sastrería en la firma británica Savile Row. Conociendo perfectamente el entramado del patronaje, deconstruye las prendas radicalmente innovando en el concepto de sastrería pero manteniendo a raya la sofisticación rigurosa de la misma. Inicios de una clara mentalidad complicada y creativamente explosiva.

 
Romantic Gothic
 


Si el minimalismo contextual de las dos salas precedentes te ha parecido algo aséptico, de repente llegamos a la zona bautizada como Gótico Romántico, y es entonces cuando lloras. Y no de pena.
Te encuentras rodeado de un exquisito ambiente entre medieval y romántico, con lujosa madera y dorados haciendo la vez de expositores en los que ves prendas como el abrigo de plumas de pato pintadas con oro de su última e inacabada colección “Ángeles y Demonios” (invierno 2010), que ves en la foto de arriba en el centro, y con el que te das cuenta del efecto que lo bello puede hacer en tu percepción y sensibilidad.
La oscuridad del resto de las prendas de la sala, perfectamente vinculadas a ese amor por el estilo victoriano que sentía el creador, no deja de ser menos impactante, con prendas salidas de colecciones como la siniestra “El Cuerno de la Abundancia” (invierno 2009) o “Supercalifragilísticoexpialidoso” (invierno 2002).
 
 
Romantic Primitivism
 
 
Y de la elegante exuberancia previa, a la parte más animal del ser humano. Nos adentramos en una cueva construida con huesos y calaveras, como las catacumbas, en la que la única fuente de luz es un ojo gigantesco que te observa desde el techo y en el que el juego de luces hace que, con la música, el lugar sea excitante y angustioso a la vez. Bravo por el decorador, porque aunque hubiesen metido prendas de mercadillo allí, el efecto podría haber sido bueno. Pero no, estamos hablando de prendas concebidas por un genio.
 
 
Rescatadas de colecciones como “Ahí afuera es la Jungla” (invierno 1997) o “Eshu” (invierno 2000) los modelos presentados tienen cortes salvajes, líneas prehistóricas y los materiales utilizados son tan orgánicos como la inspiración que los inventa, pieles, pelo de caballo, fósiles animales… bestial.
 
Romantic Nationalism
 
 
A continuación, de vuelta a la opulencia y orgullo patrióticos al adentrarnos en el contexto de sofisticada marquetería, donde podemos casi tocar (he dicho casi, que si no te cortan las manos) los modelos de “Las Viudas de Culloden” (invierno 2006), con sus exquisitos tartanes escoceses y encajes artesanales, o los imperiales surgidos de “La Chica que vivía en el Árbol” (invierno 2008), colección que con solamente dos colores (blanco y rojo profundo) consigue representar toda la grandeza de los árboles genealógicos reales de los marajás en las colonias inglesas. Majestuosa sobriedad, pero explosión de lujo. God save McQueen.
 
 
The Cabinet of Curiosities
 
 
Y de repente, apareces ahí, en el Gabinete de las Curiosidades.
Bien, si algún día desaparezco, es posible que me encontréis allí, pero dejadme morir dentro.
Un cubo oscuro, con estantes del suelo al techo repletos de prendas, objetos, accesorios, pantallas con los desfiles y todo lo que se te pueda ocurrir del universo creativo de Alexander McQueen. Los zapatos pezuña de “Plato’s Atlantis” (verano 2010), los tocados de “Voss” (verano 2001), las prótesis de “Es solo un Juego” (verano 2005), vamos, un sin parar de abrir la boca y los ojos como platos. Yo hubiese bautizado esta sala como la cueva del tesoro, tal cual. En el centro de la misma, un maniquí giratorio representando uno de los momentos más apoteósicos de los shows del diseñador (lo suyo no eran desfiles, eran espectáculos en toda regla), el final de la presentación de la colección “N°13” (verano 1999). Aquel momento sublime en el que la top model y bailarina canadiense Shalom Harlow se ve agredida por dos robots artistas que pintan en directo su vestido de una dramática manera.
 
 
Pepper’s Ghost
 
El acceso a la estancia siguiente se realiza a través de un pasillo oscuro en el que un vestido al estilo “Oyster dress” (vestido ostra) da la bienvenida y paso a una instalación piramidal, en la que bajo una exquisita melodía sacada de la banda sonora de la película La lista de Schindler aparece poco a poco una Kate Moss melancólica danzando en un etéreo holograma, tal cual sucedió en el final del desfile que presentaba “Las Viudas de Culloden” (invierno 2005). Pelos de punta. Kate. Kate. Kate.
 
Romantic Exoticism
 
 
El exotismo romántico viene dado al llegar a un recinto de espejos en el que por todos lados puedes apreciar así la sofisticada artesanía en los bordados de piezas sacadas de colecciones como “Es solo un Juego” (verano 2005) o “Voss” (verano 2001).
 
 
Espectacular trabajo artesanal en el que el resultado sobre las sedas, brocados y rafias es pura delicadeza, sin dejar de lado la incrustación de materiales tan poco habituales como las láminas irisadas de moluscos que forman corazas de lágrimas bajo las aberturas de los vestidos. Ya puedes cerrar la boca, gracias.
Pero por si eso te sabía a poco, al final de la sala aparece un cubo de espejos en el que el público se refleja (tal y como sucedió con los invitados al front row del desfile en sí, momento incómodo para aquellos egos desmesurados enfrentados a su propio reflejo). Pero es que, exactamente igual que quiso McQueen para aquel desfile de “Voss”, poco a poco la iluminación del interior del cubo hace aparecer una sala acolchada, al más puro estilo hospital psiquiátrico, en el que las modelos (maniquís en este caso) desfilaban de una manera enfermiza y surrealista. Golpe magistral una vez más.
El vestido de plumas de avestruz rojas y negras y abalorios de metacrilato que en su momento luciese la modelo Erin O’Connor, es sencillamente una joya.
 
 
Romantic Naturalism
 
 
A estas alturas de la exposición, mi sensibilidad profesional tiene palpitaciones, porque cada paso es un festival de emociones y bofetadas visuales. Pero no se vayan todavía, que aún hay más.
Salir del hospital psiquiátrico, para llegar a la paz de la naturaleza. Papel pintado con ilustraciones botánicas y animales, cantos de pájaros y vitrinas en las que aparecen modelos de las colecciones “Sarabande” (verano 2007) con esos juegos de volúmenes y postizos y las cascadas de flores, el vestido de novia de “Las Viudas de Culloden” (invierno 2006) con el tocado de cuernos de ciervo o la ingeniosa transformación de plumas de codorniz en aparente tejidos. Curioso además el ver que cientos de moluscos de navajas blancas forman un vestido, y a pocos centímetros comprobar la majestuosidad del “Oyster dress” (vestido ostra) de la colección “Irere” (verano 2003) en el que las cientos de capas de volantes de tejido imitan perfectamente la superficie irregular y rugosa de una ostra. Por si habías cerrado la boca.
 
 
Plato’s Atlantis
 
 
Como era de esperar, la última etapa de este recorrido hipnótico de moda y arte está dedicada a la penúltima colección que Alexander McQueen presentó con vida, “Plato’s Atlantis” (verano 2010) y cuya identidad visual fue tan comentada por lo radicalmente futurista.
A la historia pasarán también los tres tipos de calzado presentados en este desfile (con el imposible modelo pezuña o armadillo como protagonista), en el que la inspiración venía de la futura supervivencia del ser humano bajo el mar, debido a la progresiva destrucción de los recursos naturales sobre la tierra. Una aparente sencillez, que no tenía nada de eso porque el patronaje de los diseños, los estampados (pieles de serpiente, conchas de tortuga) y los bordados de piedras hacen de las prendas joyas venidas de generaciones futuras, para alertarnos de lo que deberíamos tener en cuenta.
 
 
En general, las más de 240 piezas de accesorios, joyas, complementos y looks completos que se pueden presenciar (admirar, desear… repito) en este sublime homenaje al trabajo de McQueen, solamente me hacen pensar en una cosa, que quizás compartas conmigo. El querer haberle dicho: “Gracias, genio”.

2 comentarios:

Amparo dijo...

¡Una auténtica maravilla! Me encantaría poder ir. Has hecho una crónica estupenda.

Muack!

Amparo

Maite dijo...

OMG! 😮