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Barcelona y como llevar un chandal.

Tal vez, el chandal y yo no hemos nacido para convivir en el mismo espacio tiempo, pese a las propuestas del pasado invierno en versión deluxe (y no incluyo en éstas los chandales propoligoneras con perlas, cristales y bordados dorados. Todo en el mismo) en las que piqué pero no llegue a casar, por eso me gusta cuando alguien lo luce tal cual, así de natural, espontáneo y con estilazo.

Hombres del mundo, enseñadnos como se hace uso.