Por Jose Luis Maseda.
Una vez más París ha sido recientemente sede del evento Moda que le da toda su reputación como capital de la misma, la semana de la Alta Costura para el otoño-invierno que viene.
Cinco días en los que se han presentado colecciones de los privilegiados diseñadores que forman parte de este exclusivo y reducido grupo de artesanos del vestir. Salvo que tu presupuesto para alimentar tu armario sea titánico, es poco probable que puedas disfrutar del lucir alguna de estas prendas, pero si te apetece echar un vistazo a lo que nos han propuesto, por el simple hecho de disfrutar de lo bello, sigue leyendo.
No te voy a hablar de todas las colecciones presentadas, pero al menos de las que me resultaron más elocuentes. Vayamos por pasos… o en este caso por puntadas:
Christian Dior.
Dentro del calendario del evento, este desfile era EL desfile. Después de la explosiva salida de John Galliano y del buen hacer de Bill Gaytten intentando sacar la cabeza del agua, las riendas de la creación de esta prácticamente institucional maison francesa se habían otorgado al diseñador belga Raf Simons. Con una expectación tremenda tanto fuera del recinto como dentro (en primera fila sentados se podían ver a compañeros como Alaïa, Elbaz, Jacobs, Tisci, Theyskens, Diane Von Furstenberg y todas las redactoras moda del mundo), la histeria fashionista estuvo a punto de síncope al ver lo presentado por el “nuevo” diseñador. Haber pasado de la creatividad de una firma como Jil Sander (de donde viene) a otra como Christian Dior, es como comer sandía y ponerle ajo, pero con la diferencia de que a él, el cambio le ha salido pero que muy bien.
Dejando a un lado la tan vista (y admirada) teatralidad, su colección se presenta como una síntesis intelectual interpretando la arquitectura textil histórica del señor Dior. Las líneas y patronaje de una estricta sobriedad, los colores (gris, negro y algunas notas de básicos como el rojo, rosa, amarillo o azul), y guiños a las siluetas más emblemáticas de la firma (Bar, Peplum) forman parte de una muy personal mezcla de tradición de la casa y la propia y vanguardista personalidad del diseñador quien, a pesar de los estampados y bordados joya, deja la obsesión de Christian Dior por las flores para el espectacular decorado del show, cada una de las salas de la sede de Dior invadida entera de arriba abajo y llena de ellas (rosas, orquídeas, mimosas) y por colores. Resultado final, Simons se ha atrevido con una firma de todo menos fácil, la ha respetado y la ha hecho totalmente suya, y lo ha hecho bien, pero que muy bien. Raf, bienvenido.
Valentino.
El fundador de esta casa puede seguir dedicándose con tranquilidad a broncearse, porque por un lado un grupo originario de Qatar acaba de salvar la firma de la ruina al adquirirla y por otro, lo que están haciendo sus herederos creativos, Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli es una verdadera maravilla. A pesar de la discreción que les caracteriza, cuando llega el momento de imaginar una colección saben exprimir el detalle sin dejar de lado la finura para que sus prendas sean deseadas, sin extravagancias, pero con tanta sutileza que las quieres ya.
Inspirándose en el simbolismo y decadencia del siglo XIX, apartan un poco el conocido rojo de la marca y se decantan por declinar un exquisito azul noche al que acompañarán colores maquillage, amarillos y por supuesto toques de rojo. Los plisados, volantes, bordados y la recuperación del tradicional brocado hacen el resto. J’adore.
Jean-Paul Gaultier.
Si le siguen llamando el “niño terrible de la moda” no creo que sea ya por su edad, sino por la efusividad, energía y desbordante imaginación que tiene. Y es que Jean-Paul es un genio creando universos que salen directamente de su cabeza después de haberse empapado en referencias personales, culturales o históricas, y casi siempre con una alusión a la ciudad que ama, París.
Extrayendo la inspiración de la obra “La Confesión de un Hijo del Siglo” del escritor francés Alfred de Musset (cuya amante fue la novelista George Sand, quien escandalizaba a la sociedad de la época llevando prendas masculinas), Gaultier sucumbe al París artista de entonces, y recrea una colección densa en la que presenta modelos tanto para la mujer como para el hombre.
Algunas de las líneas recuerdan a la ya conocida silueta Bar de Dior, y fue un pequeño guiño a dicha firma puesto que hace tiempo Gaultier soñaba con ocupar el puesto que obtuvo Galliano primero y Simons ahora. Aunque no le hace ni falta porque es capaz de demostrar su extrema sensibilidad de moda, con unos diseños salpicados de cocodrilo, pieles, bordados, encajes artesanales, flecos, plisados soleil y en colores que recuerdan a la época inspiradora como el dorado, el blanco, el verde absenta, el coral o el púrpura.
Givenchy.
Riccardo Tisci tiene una perfecta habilidad y sentido para el detalle que hace que sus prendas me parezcan sencillamente algo extraordinario. Para la Alta Costura no hace desfile y se limita a unas estáticas puestas en escena que resultan tener más fuerza visual que un muslo de Naomi Campbell.
En esta ocasión mezcla dos conceptos, las líneas chic muy de los sesenta que utilizaba el fundador Hubert de Givenchy, y la cultura gitana que tan familiar le resulta viniendo del Sur de Italia. Dos mundos totalmente opuestos pero cuya oposición fascina al propio creador y a todos nosotros que admiramos lo que hace.
Todos los colores café (del cappuccino al con leche), el nude, el negro y el rojo con materiales nobles como el cuero, el terciopelo, el cashmeere, la lana o el visón, y los bordados de piedras que se dejan dar forma hasta la obsesión por este artista de lo minucioso. Fascinación.
Stéphane Rolland.
Inspirándose en el trabajo del arquitecto finlandés Alvar Aalto, la colección que presentó el diseñador Stéphane Rolland en la Cité de l’Architecture et du Patrimoine es un poema al volumen y al movimiento. Llenas de ángulos redondeados y de piezas gráficas, sus prendas eran un ballet deslizándose en la pasarela al que daban vida modelos tan elegantes caminando como Nieves Álvarez, que admiro y a la que tengo un gran cariño desde hace muchos años.
Los materiales elegidos se accesorizaban con detalles sacados de su contexto habitual, como láminas de silicona imitando pieles, adornos de cristal de roca o placas metálicas, que junto a los tres colores utilizados (blanco, negro y una gama de colores óxido) daban un efectivo toque de modernidad arquitectónica para llevar puesta.
Además de personalidades como Kim Kardashian y su novio Kanye West (que no se pierde un show), la invitada estrella sobre la pasarela fue la actriz china Fan Bing Bing (que no bling-bling), quien cerró el desfile con un espectacular modelo blanco con una impresionante cola y las mangas llenas de flecos interminables. Delicia.
Iris Van Herpen.
12 modelos presentados, más que suficientes para dejar con la boca abierta a todo el público asistente. La más futurista de los diseñadores que han participado en estos días de Couture, nos presenta unas prendas sacadas de la ciencia ficción y perfectamente destinadas a un museo, por imposibles y por fascinantes, en las que trabaja hasta la estructura de las siluetas. Materiales innovadores y muy lejos de lo habitual (metales, plástico y hasta coral) que toman formas arquitectónicas y que a medio camino entre la Metamorfosis de Kafka y el dressing de un Alien, se convierten en exquisitos y esculturales vestidos. Simplemente alucinante, a seguir muy de cerca.
Ulyana Sergeenko.
Recién aterrizada al mundo del diseño, esta rusa coleccionista de alta costura y estrella del street style ha llegado como novedad por la puerta grande. Con lo difícil que es entrar en el selecto círculo de la Haute Couture, puedo imaginar que no solamente se trata del talento que se tenga, sino que también es cuestión de presupuesto y de poder de convocatoria. Y entendámonos bien, no es que no tenga talento creativo, puesto que su colección inspirada en la mujer rural y la cultura de su país, con líneas holgadas, pieles, militaria, colores troika (verde, negro, rojo) y accesorios típicamente rusos (zuecos, babushkas, pañuelos y gorros de piel a la cabeza) no estaba mal del todo, pero si esto no ha sido un capricho y quiere instalarse y perdurar en el negocio moda, va a tener que trabajarse un poquito más el asunto. Por mucho que Carine Roitfeld, Grace Coddington o Anna dello Russo estuviesen presentes y por mucho que su compatriota Natalia Vodianova le cerrase el desfile.
Atelier Versace.
Donatella lo ha vuelto a hacer. Ha presentado las prendas que esa mujer tan descaradamente golfa y tan exquisita deseará llevar. Melenas al viento a golpe de laca y guerreras de las que toman lo divertido de la vida como lema. Todo eso en el contexto del célebre hotel Ritz parisino (que cierra por obras este verano y durante dos años) y con una colección al más puro estilo tradición Versace: taconazo, mucha piel desnuda, colores pastel, colores brillantes, minifaldas, sedas, cuero, vestidos vaporosos de alfombra roja, cabezas de Medusa por doquier y brilli-brilli. Un poco too much, pero siempre tan divina. Eso sí, fuerte personalidad obligatoria.
Armani Privé.
Al contrario que su compatriota, Giorgio Armani presenta para su línea de costura Armani Privé una colección serena, sobria, elegante y austera. Una vez más.
Pantalones, chaquetas, algunos vestidos, abrigos y colores fríos en satén, seda o terciopelo. Cierto es que es un maestro en la moda, y que por encima de todo en su estilo prevalece el pragmatismo y la necesidad del vestirse a diario, no los excesos. Pero eso no implica aburrimiento, y a mi, siento mucho confesarlo, el señor Armani me aburre. Sin duda sus prendas son de una excelente calidad y corte, y exaltan la elegancia de las personas que las visten, pero lo que personalmente opino es que esas prendas cubren la falta de seguridad estilística de dichas personas. No estamos hablando de prêt-à-porter, estamos hablando de Alta Costura, donde lo mínimo que se puede hacer es soñar y permitir soñar a los demás. Y a mi me hace dormir, sin más.
Zuhair Murad.
El diseñador libanés ha presentado una admirable colección en la que la femineidad, la elegancia y el refinamiento configuran la línea a seguir. Con delicados bordados de flores y con un trabajo de ingeniero en los encajes y pedrerías incrustadas, los modelos se declinan en algunos de día y en una gran mayoría de prendas de soirée o noche, en una amplia gama de colores que van del indispensable negro o el blanco, al amarillo, verde esmeralda, púrpura o rojo cereza. Toda la colección huele a alfombra roja, y estoy seguro que más de una se está pegando ya por lucir uno de los sofisticados diseños de Murad.
Chanel.
Aunque parezca que el incombustible Karl (ya no hace falta ni mencionar su apellido) recalienta un plato ya cocinado y vuelve a más de lo mismo, al final nos damos cuenta de que es mucho más inteligente que todo eso, y la sensación es solamente eso, un oasis. En realidad, este pozo sin fondo de creatividad le da una vez más la vuelta a lo visto y se saca de la manga un (atención paradoja) “nuevo vintage” en el que los clásicos códigos de la maison Chanel están presentes con los trajes sastre, el tweed y los maravillosos vestidos de noche, pero con nuevos tratamientos artesanales de los tejidos, miles de bordados pura Alta Costura, y materiales contemporáneos que, junto a los accesorios metalizados y la gama de colores (gris, blanco, negro y toques de rosa) lo convierten todo en algo muy clásico pero muy futurista. Antagonismo puramente Lagerfeld.
Alexis Mabille.
Lo que tienen en común estas dos siguientes firmas de las que voy a hablarte es precisamente la primera sobre la que has leído, Dior. Difícil para el francés Alexis Mabille brillar lo suficiente con su presentación cuando el desfile era justo después del tsunami mediático que fue el protagonizado por Raf Simons. Aún así, imaginó a sus mujeres como joyas, y aunque un poco dispersa, la colección interpreta los colores de esas piedras preciosas y recrea los brillos con los materiales utilizados (sedas, organzas, terciopelos) y las incrustaciones de pedrería en sus formas. Las modelos llevaban también el sello de la joya en el extremo de un curioso peinado que al más puro estilo Snorkels las hacía más altas si cabe.
Maison Martin Margiela.
El hecho de que el (omnipresente) Raf Simons estuviese sentado en la primera fila de este desfile, primer show de Alta Costura para esta firma, causó revuelo por la simple razón de ser amigo del creador fundador de la marca. Imagino que la prensa ya ha encontrado nuevo objetivo o “víctima”.
15 looks artesanales y tan sofisticados como extraordinariamente conceptualizados, puesto que se inspiran en las bases de la maison en cuanto a la recuperación de piezas y la accesorización de las mismas, con antiguas prendas vintage retransformadas en lo presentado. Las modelos aparecieron de incógnito tras fantásticas máscaras hechas con cristales, otra de las obsesiones de Margiela, y lo extraño del conjunto hizo que funcionase el hechizo, dando por hecho que en esta su primera incursión en la Costura, la maison Martin Margiela ha venido para quedarse.
Elie Saab.
A pesar de no variar mucho las líneas de sus diseños, el libanés Elie Saab ha presentado una colección maravillosa una vez más. Inspirada en el imperio Bizantino (“El despertar de Constantinopla”, se llamaba), ha incluído algunas prendas tradicionales como los kaftanes, pero su buen hacer vuelve a recrearse en los mayoritariamente vestidos de cóctel o noche. Y ahí es donde disfruta con la proliferación de encajes, bordados, lentejuelas, piedras y cristales, dando quizás la impresión de extrema cursilería, pero quitándote eso de la cabeza al instante si has visto una de sus prendas de cerca. El negro, el beige, el dorado, el azul y el rosa completan la paleta de colores del conjunto, que seguro las actrices del panorama internacional ya están seleccionando porque las convertirá en princesas, sin duda.
Giambattista Valli.
Sigue recreando su particular punto de vista de la moda, excéntrico y excesivo, pero esta vez me ha gustado la poesía que le ha puesto al tema. Precisamente por eso, por excesivo se ha recreado en un jardín bucólico y un poco de cuento, en el que mariposas, ninfas, hadas y flores por doquier lo invaden todo, desde los estampados, hasta los accesorios y sobretodo los volúmenes, que junto a las joyas creadas por el diseñador Luigi Scialanga (representando insectos, reptiles, hojas) hacen de toda la colección un ejemplo de lo que una colección de Alta Costura debe ser, algo que provoque o inspire sensaciones.
Alexandre Vauthier.
Demostrando una vez más lo que domina la sofistificación del bling-bling, Vauthier se recrea en lo que le ha hecho famoso, jugando con prendas para una mujer tremendamente sexy sin perder un punto de clase, a pesar de la mucha piel expuesta. Con una paleta de colores reducida al blanco nuclear, al oro y a algunos tonos de moreno, y con toques de pieles, incrustaciones doradas, simetrías y aberturas de vértigo lanza el cebo para todas aquellas famosas que, como ya hizo Madonna, lo elijan para vestir sus personalidades extremas. Eso es marketing.
Yiqing Yin.
He dejado este descubrimiento para el final, porque estoy seguro de que a partir de ahora voy (vamos) a dejarnos fascinar con frecuencia por el trabajo de esta diseñadora francesa de origen chino, que no solo es guapísima, sino que hace cosas mágicas.
Inspirándose en el mundo vegetal y mineral, Yiqing Yin presenta siluetas oníricas, colores sombríos que con los degradés se vuelven cambiantes y que pasando del gris, al azul o al frambuesa toman cuerpo con los materiales delicados que ha escogido, como el satén, el tul, la muselina o la organza. Así consigue dar forma a volúmenes esculturales y estructuras que se deconstruyen dejando aparecer la piel y toda la femineidad de la mujer a la que viste. Queremos más ya.
Al fin y al cabo, opino que la Alta Costura sí que tiene el mérito suficiente como para ser considerada un Arte. ¿Y tú qué piensas?
4 comentarios:
Que bien me ha ido este suuuuper resumen porque esta vez no he podido seguirlo. Poder disfrutar visualmente es una gozada y como bien dices arte.
Uuuuuuu pirata que me has traido hoy! Me ha encantado leer tu cronica y estoy de acuerdo en todo, Dior, Valentino, Givenchy.... estos grandes de la moda que aunque no esta nada a mi alcance disfruto viendolo y.... sueño.
Que si la alta costura es Arte? POR SUPUESTO!
Como me gusta saber que somos partícipes de este disfrute visual colectivo! ;-)
Gracias por leerme y un beso grande!!
Te has superado. Ni una palabra más ni una palabra menos.
Maravilloso post!!!
Gracias Jose Luis!!
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