Entre las firmas francesas
que representan el tesoro del patrimonio moda galo, sin duda una de las más
prestigiosas es la de la casa LouisVuitton, que con el simple hecho de mencionarla conlleva un universo de
lujo y sofisticación directamente disparado a tu mente. Y de ella vamos a
hablarte.
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Con esta colección para el
verano inminente, la segunda bajo la dirección del diseñador Nicolas Ghesquière,
la maison francesa prueba una vez más por qué sigue en cabeza. Parece ser que
el cambio de director creativo es un empuje brutal para las ventas (y si no que
se lo digan a firmas como Balenciaga, Saint Laurent o Dior), así que Louis
Vuitton al hacerse con el exquisito talento de Ghesquière acierta de pleno en
la diana y sube a lo más alto del pódium, desde que en su colección precedente
el creativo fuese uno de los pioneros en relanzar este (y nos vamos a hartar de
verlo) revival del estilo años 70.
No solo un desfile de LV es
un evento en sí, sino que además la firma aprovechó para oficializar la
inauguración de la escultórica sede de la Fundación Louis Vuitton, un impresionante edificio futurista obra del arquitecto
Frank Gehry y que ubica sus 3600 paneles de vidrio y sus quince mil toneladas
de metal en pleno Bois de Boulogne parisino. El propio edificio en sí ya es
merecedor del desplazamiento a esa poco céntrica zona de la capital francesa.
Utilizando esta gigantesca obra medio nave espacial medio
flor surrealista como lugar para el show (fue lo más visto en Instagram en
aquel momento), los invitados circulaban disparando las cámaras de sus
smartphones a todo va, hasta llegar bajando las escaleras al lugar del desfile,
y ser acogidos por un equilibrado laberinto de espejos y pantallas en las que desmesurados
rostros repetían un extraño monólogo con frases tan propicias como “un inicio es un período delicado… el Día
Cero es el corazón de un proyecto, código bautizado como GEHRY014… el viaje
empieza aquí”. Como muy rollo ciencia ficción, pero sin el como.
Una vez vista la colección, las prendas resultan de todo
menos algo futurista, y casi que se agradece. Líneas sencillas sin estridencias,
con un estilo retro y de moderna-formal, con vestiditos cortos con silueta en
forma de A, minifaldas, chaquetas y pantalones a media pierna o largos llevados
con jerseys de cuello vuelto, blusas de mangas largas, francesas o cortas
montadas al estilo victoriano, y con escotes camiseros...
La riqueza viene dada en la variedad de colores (negro,
blanco, rojo, naranja, azul navy, verdes), el detalle en el trabajo de los
materiales (piel, terciopelo, denim, punto, lentejuelas, bordados, cremalleras,
anillas metálicas) y los gráficos y diversos motivos estampados (cosmética,
coches, etc). Y además de las nuevas líneas de accesorios (esos bolsos que serán el objetivo de cualquier mujer) otro detalle exquisito e importante, los
escultóricos tacones del calzado tallados en forma del icónico monograma de la
firma. Pena que en el asfalto no vayan dejando huella.
No ha habido voluntariamente una ruptura con la colección
precedente, en propias palabras de Ghesquière, para que la ropa que propone
siga formando parte de un buen vestuario privado. Si la temporada anterior la
llegada del creativo a la cabeza de Louis Vuitton fue una revolución, ahora con
las riendas bien agarradas, podemos pensar que lo suyo va a ser una importante
evolución. La nueva era Louis Vuitton la tenemos delante. A por ella.
Evolucionar o morir, me encanta que las marcas vayan evolucionando y no se estanquen.
ResponderEliminarBesitos
Me lo pido, me lo pido, me lo pido...jejeje
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