Pa la Feria de Sevilla

La firma de calzado MARYPAZ celebra la feria de Sevilla cada temporada en su propia caseta donde nos hace participe a multitud de amigos y medios.

Tras disfrutar por primera ocasión el año pasado, me juré que si regresaba la siguiente feria, iba a ser vestida sí o sí. 

Siendo como soy y con esta agenda infernal que rige mi vida este mismo lunes, a tres días para acercarnos hasta Sevilla, seguía sin vestido. No podía ser. Resulta que había sido la gran instigadora para que nos vistiésemos todas las foráneas con motivo del viaje y yo seguía sin vestido que lucir.

En medio de la vorágine de búsqueda por la capital subí un tweet comentando y San Twitter obró el milagro.

Con todas vuestras respuestas y recomendaciones pude hacerme un organigrama de qué, cómo y de quién podía vestir. Jóvenes firmas, protocolo de vestimenta, tendencias para la temporada y la gran salvadora, Esther Amo, quien me recomendó la firma Lina Costura, con Mila y Rocío al frente de un negocio heredado de su madre, Lina, que lleva 50 años inmerso en el mundo del vestido de gitana al cual avalan vestidos para multitud de personalidades (Hasta Suri Cruise tiene el suyo) a anécdotas que hacen que la firma confluya incluso en las colecciones de la "maison" Dior.

¿Recordáis aquella colección Alta Costura con homenaje a España en la que incluso Galliano salió a saludar al final del desfile vestido de torero? 

Pues bien, gran parte de la técnica aprendida para crear volúmenes y volantes se realizó debido a una visita a los talleres de Lina Costura. A cambio, el diseñador por tan impagable formación invitó al equipo de la firma sevillana a visitar los archivos de la casa francesa.

Adoro este tipo de historias.

Entre tanto, había quemado un día más y contaba con tan solo día y medio antes de llegar a Sevilla.

Por teléfono hablamos sobre el vestido, me explicaron el color, les pasé mis medidas y en el taller, que esos días no se para, se pusieron manos a la obra para ajustarlo al punto de quedar perfecto.

Tan solo quedaba un detalle por ultimar.

¿¿Cómo se hace con una antiortodoxias y me salto los protocolo porque sí como yo, cuando el vestirse de flamenca va sujeto a una etiqueta y formalidad?

Muy fácil, plantando campamento de vestuario efímero en la propia estación de Santa Justa nada más poner un pie en Sevilla a cargo de Mila y una de sus asistentes del taller (por si había que dar unos últimos retoques de costura), quienes me vistieron y hasta peinaron, y Esther Amo, quien se encargó de enjoyarme con sus maravillosas creaciones.

Y lista para encaminarnos al Real montada en coche de caballos con un pit stop de repostaje en La Becerrita.

Cómo se siente una vestida de gitana.

Miraba la cascada de volantes en forma de rosetón y no daba crédito.

Un ejercicio de diseño increíble, ligero pese a su volumen con mezcla de dos tonalidades.

Al llegar al Real nos esperaba así de guapa nuestra anfitriona de la firma Marypaz con quien compartiríamos mesa y sevillanas, o mejor dicho, mucha rumbita, y es que no estábamos, la gran mayoría, listos como para pasar de la primera.

Y después de mucho rebujito y bailoteo, a dar una vuelta a ver que tal se movían las tendencias en vestidos de flamenca.

A mi me llamó la atención la bata de cola sin tener que ser como las que lucía Isabel Pantoja, pero sí, con un poquito de deje en la parte posterior.

Por lo que comentaron los expertos, este año se lleva el volante en forma de capa, nada de cola con mucho más volumen y volantes en la parte posterior, aunque por lo que pude ver sigue en total vigencia.

Y es que no veas como favorece tanto al caminar como al bailar.

Los bordados.

Me fascinó este vestido en un tejido con bordado similar al de los mantones de manila.

¡Cuanto color!

Los lunares.

Ese gran clásico perdurable por los siglos de los siglos.

Hasta para los carritos de la compra.

Los complementos.
Que no falte el abanico, y es que a veces el calor aprieta con ganas en estos días de abril.

Este colgado en forma de collar pertenece a La Morenita y sin duda no hay flamenca con estilo que lo olvide.

Y la versión diminuta en los más pequeños.

¡¡Qué decir!! Está para comérsela.

Sin faltarle detalle.
Hasta zapatos para taconear.

Otra opción que me encantó es poder vestirse de cordobesa, sobre todo si se va a montar a caballo.

¡Qué elegante!

Y es que por querer vestirse, hasta las asiáticas no dudan en alquilar vestidos y lucir como las lugareñas.

Más o menos.... entendámonos....

Así que lo que bien empieza mejor acaba.

Mucha penilla por dejar la Feria y tener que regresar a Madrid, eso si, vestida de civil.

Pero sin duda una experiencia a repetir.

Gracias a todos los que la hicisteis posible.